El bebé imaginado
Durante
los nueve meses de gestación, la madre ha podido sentir a su bebé dentro de su
vientre y la conexión emocional entre ambos se ha ido estableciendo de una
manera sutil. La mujer conecta con ese pequeño ser al que todavía no ha visto,
no ha tocado ni ha olido, pero sí ha sentido, soñado, evocado, hablado…
Durante
la gestación e, incluso, antes de la concepción, la mujer genera una serie de
expectativas, ilusiones, miedos y deseos en torno a su futuro hijo que suponen
el marco de referencia inicial para la relación con él.
Todas
hemos imaginado, antes de ser madres, cómo será tener un hijo, qué sentiremos
hacia él, cómo nos organizaremos para su cuidado, cómo será nuestro bebé y
nuestra vida junto a él… Hemos anticipado, imaginariamente, distintas
situaciones con el bebé y qué emociones experimentaremos.
Así,
el punto de partida en la relación madre-hijo se sitúa en estas expectativas e
ideas previas que sobre la maternidad, la crianza y su propio hijo tiene la
mujer. Este conjunto de expectativas e ideas previas ayudan a la futura madre a
prepararse emocionalmente para la llegada del bebé.
Basando
las expectativas en la propia madre
Este
marco de referencia de la futura madre sobre su propia maternidad está muy
influenciado por sus vivencias como hija, por lo que ha visto en otras madres y
sus bebés y por lo que su grupo social le transmite. En realidad, en
prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida, basamos nuestras expectativas
en lo que conocemos, en lo que hemos experimentado previamente.
Seguramente,
la mayoría de nosotras nos hemos encontrado pensando algo referente a nuestra
maternidad y, de pronto, nos hemos sorprendido al tomar conciencia del parecido
de ese pensamiento a los que nuestra madre haría o pensaría.
La
manera en que nuestra madre vivió su propia maternidad, en cómo crió a sus
hijos y sus relatos sobre ello marcan la base de nuestras expectativas sobre la
nuestra. Del mismo modo, la oposición a ciertos aspectos de la maternidad y la
crianza de la propia madre van a influir en cómo queremos vivir nosotras nuestra
propia experiencia.
Lo
que la sociedad transmite
Las
ideas sobre maternidad y crianza que el grupo social transmite, también tienen
una función referencial en las expectativas de la futura madre, ya que la
maternidad y la crianza de los hijos tienen un componente socio-cultural
importante. La publicidad, las opiniones generalizadas, las tendencias sociales
o el comportamiento de otras madres constituyen una fuente de información de
gran envergadura para la futura madre.
Esto
tiene aspectos tanto positivos como negativos, pues ayuda a la madre a
prepararse logística y emocionalmente para la llegada del bebé, pero también la
condiciona en muchos aspectos. Es importante ser consciente de que lo que la
sociedad transmite no siempre estará acorde con lo que la madre siente o el
bebé necesita.
La
flexibilidad como punto de partida
Las
expectativas de la futura madre tienen una función básica en la preparación
mental, emocional y práctica de ésta para la llegada de su bebé. Sin embargo,
estas ideas previas y expectativas no se cumplirán en su totalidad, pues el
bebé nace con su temperamento propio, y esto influirá en buena medida en la
relación con su madre.
Además,
la madre, durante el puerperio, experimentará una transformación personal
importante que puede derivar en la modificación de esas ideas previas. Por
ello, es fundamental que estas ideas previas sobre la maternidad y la crianza
del bebé sean lo más flexibles posible, pues esta flexibilidad facilitará la
adaptación de la madre al bebé real.
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